martes, 29 de junio de 2010

EL MERCOSUR NECESITA MÁS COOPERACIÓN Y MENOS RIVALIDAD

Lunes 6 de Junio de 2005



EL MERCOSUR NECESITA MÁS COOPERACIÓN Y MENOS RIVALIDAD



Cuando surgen dudas en algunos sectores sobre la integración regional y la asociación estratégica con Brasil, se impone defender el camino seguido por el Gobierno, pero reclamar también un compromiso mayor para profundizar el proceso.
El nacimiento de la integración con Brasil se produjo en medio de la llamada "década perdida", caracterizada por el enorme endeudamiento externo y la falta de crecimiento, y en tiempos en que era prioritaria la necesidad de restablecer los derechos humanos y las condiciones de la convivencia civilizada desterrando la impunidad. En ese marco se definió a la integración como un proceso de naturaleza política , que debía conducir a la creación de un espacio común, regional, imprescindible en el mundo de la revolución científica y tecnológica, para unir y fortalecer las capacidades productivas y culturales. Esto es, para acceder a una economía legitimada por la aptitud de crear riqueza y trabajo . En estos momentos, en los cuales parecieran surgir dudas en algunos sectores sobre aspectos centrales de la política exterior del país, en particular la integración regional y la asociación estratégica con Brasil, me permito recordar las enormes dificultades que atravesábamos cuando tuvieron origen , sin duda muy superiores a las que hoy vivimos. Sin embargo, pudimos concretarlo y avanzar. Hay razones que nos llevan a defender el camino hasta ahora seguido por el Gobierno y a reclamar un compromiso mayor a la luz de la evidente necesidad de que se profundice y se amplíe el proceso de integración en una dimensión sudamericana. En ese marco me permito señalar que la política de integración regional está respaldada por un amplio y generoso consenso de la sociedad de nuestro país y es sostenida por una visión sobre la proyección histórica de la Argentina que en gran medida compartieron desde sus orígenes la UCR y el Partido Justicialista. A pocos meses de conmemorarse los 20 años del día de la Amistad Argentino-Brasileña convendría recordar las lecciones que nos brinda la historia de nuestro país . El objetivo de iniciar una nueva era en la relación bilateral fue el de encaminar a ambos países en el camino de la integración que brindaba enormes posibilidades y no seguir por el camino de la rivalidad que genera grandes costos . Cuando en 1985 iniciamos el proyecto de integración con el presidente José Sarney de Brasil, lo hicimos porque comprendimos que era la mejor manera para consolidar la paz en la región, defender las democracias incipientes y el respeto de los derechos humanos, ampliar nuestros márgenes de autonomía nacionales e impulsar un proceso de desarrollo económico y social solidario. En todo momento, dicho proyecto de integración se visualizó como abierto a la adhesión de los otros países de la región. Es cierto que el camino de la integración enfrenta siempre difíciles obstáculos que requieren de una paciente conducción política y que no se puede esperar que ambos países compartan las mismas posiciones en todos los temas de la agenda internacional. Pero lo que no se puede permitir es que diferencias puntuales, por más importantes que sean, hagan perder de vista los intereses y necesidades fundamentales de ambos países . No está en mi ánimo enumerar en estos momentos las falencias del Mercosur. El proceso de integración demostró ser sumamente valioso para consolidar la paz, la democracia y los derechos humanos y generar múltiples caminos de cooperación. No obstante, se debe reconocer que como consecuencia del enamoramiento de los gobiernos de los presidentes Collor de Mello y Menem con recetas mágicas , que provenían de otras regiones del mundo y que se incorporaron de manera acrítica a nuestra región, el proceso de integración gradual y flexible sufrió una brusca y rígida mutación . A principios de la década de los 90 el proceso de integración cambió su nombre y su configuración, perdió buena parte de su dimensión política y social, se sometió "a la mano invisible" y se transformó en un proyecto meramente comercial . El Mercosur buscó ampliar mercados sin tener en cuenta las potencialidades existentes para aumentar la cooperación económica que permite generar procesos de desarrollo equilibrados y solidarios y abre las puertas para aumentar la autonomía de ambos países en el sistema internacional. Asimismo, soslayó las dimensiones políticas y sociales de todo proceso de integración. Este artículo se escribe con la finalidad de estimular a las autoridades de mi país para que no pierdan de vista los intereses nacionales esenciales y relancen el proceso de integración sobre nuevas y más sólidas bases. Si en la dimensión económico-diplomática existen dificultades que son en gran medida consecuencia de ese diseño del Mercosur, en la dimensión político-estratégica también existen diferencias que son en parte el arrastre de una visión divergente entre ambos países en la década de los años 90 . La Argentina siguió la lógica de las relaciones carnales y Brasil se refugió en la tradición de una superada política nacionalista. Las diferencias existentes entre nuestras Cancillerías sobre la composición del Consejo de Seguridad —que constituye, aunque muy importante, sólo un aspecto en el marco de las reformas del sistema de las Naciones Unidas— no deben contaminar las grandes y profundas convergencias existentes en casi todos los temas de la agenda internacional. Es indudable que la alianza entre Argentina y Brasil constituye el principal obstáculo para la conformación de un espacio económico subordinado a los intereses de sectores dominantes de los Estados Unidos. La asociación de toda América del Sur en un proyecto común fortalece considerablemente las posibilidades de generar un desarrollo autónomo, solidario y equilibrado para toda la región. En ese marco llama profundamente la atención que desde sectores distintos se pongan en duda compromisos asumidos por nuestro país al más alto nivel respecto del proceso de integración sudamericano. Los argumentos que se exponen de que el proceso de integración del Mercosur no está todavía preparado para la ampliación a una dimensión sudamericana, que la Argentina no se debe dejar arrastrar por el liderazgo brasileño o que se deben analizar las "oportunidades" que abriría el ALCA, expresan, en el mejor de los casos, análisis incorrectos . ¿Cómo puede el Mercosur no estar preparado para la Comunidad Sudamericana de Naciones y sí estarlo para el ALCA? ¿Cómo puede la Argentina temer las ofertas exportables de Perú, Ecuador o Colombia y no tener ninguna precaución por la competencia que podrían generar en el mercado regional y nacional la oferta exportable de la principal economía del planeta? ¿Cómo se puede acusar de agresiva a la política externa brasileña y sugerir entonces como respuesta un alineamiento con la potencia imperial americana? La Argentina, si quiere contrarrestar las asimetrías existentes con Brasil como consecuencia de las diferencias de volumen entre ambos países, debe caracterizarse en la región por ser el Estado miembro del proyecto de integración que genera calidad . Aspiro para la Argentina el papel de ser la usina de ideas y proyectos de la región. Nuestro país no puede ser el "freno de mano" del Mercosur, debe ser el "acelerador", debe ser el Estado miembro que impulsa a la región a nuevos horizontes de cooperación y a nuevos objetivos a ser alcanzados, y que proponga soluciones a los desafíos o problemas que se enfrenten. La Argentina nunca debió regalarle a Brasil la bandera de la integración regional en América del Sur ; debió haber sido el socio del Mercosur más entusiasta y generoso con el proceso de integración sudamericano, lo que nos hubiera brindado un sano liderazgo entre los países hispanoamericanos de América del Sur, mucho más cercanos por historia y cultura a la Argentina que a Brasil y muy complementarios en materia económica con nuestro país. La no constitución de dicho espacio dividiría a América del Sur en dos regiones, una al sur y otra al norte, donde Brasil ocuparía un papel central y participaría de ambas. América del Sur y Brasil están requiriendo de la participación de una Argentina que sea un socio activo en la construcción de un proyecto común , que genere iniciativas y no que meramente se lamente cuando las iniciativas son generadas por los otros.

Raúl Alfonsín. Ex presidente de la Nación.
Copyright Clarín , 2005.

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